Hoy siete de agosto del 2022, me despierto con una nueva esperanza en mi piel, siento un palpitar mas profundo, y con ansias quiero leer la prensa local, encender la radio y ver la televisión.
He revisado toda mi casa, en busca de la bandera de Colombia, pensando como patriota en la batalla de Boyacá, un siete de agosto muchas décadas atrás, donde un líder, y la cooperación de un pueblo marcaron la independencia de nuestra nación hacia un mejor futuro para nuestros hijos.
Aun no encuentro, la bandera! Y siento fuerza en los colores de la pulsera en mi mano, con el amarillo del sol, el azul de nuestros cielos, ríos y mares, y el rojo de la fuerza de nuestra gente por sobrevivir las adversidades.
Hace años atrás, cambiamos un presidente que dispuso todo el engranaje del estado para un solo objetivo “La seguridad democrática”, pensando en la solución a nuestros problemas de nación, logro el reestablecimiento de la fuerza publica en territorios agobiados por la insurgencia armada y la anarquía publica, sin embargo, las causas de la violencia, el desempleo, inseguridad, desprestigio de las instituciones publicas, continuaron constantes como llagas en nuestro país.
Entonces iniciaba la primera década del milenio y mi generación vivió el milagro del sentir de un pueblo, la unión de lideres, de candidatos presidenciales, desechando ambiciones de poder e intereses particulares, y pensando un territorio prospero para sus hijos; escogieron un líder como modelo de inspiración para muchos, un hombre respetuoso, humilde, y con un equipo de trabajo con un objetivo claro “Bienestar General”.
Luego en agosto de 2010, se posiciono un nuevo líder, un nuevo presidente, conocedor de nuestra necesidad prioritaria la “Reactivación del Empleo”. Posicionando un mandamiento tan olvidado, pero a su vez tan común “Siembra y cosecharas”, en aquel tiempo, este hombre irreverente, decidido, con políticas de respeto, ejecuto acciones que contribuyeron al bienestar general, la unión para el desarrollo, la educación, la hermandad, y el posicionamiento de la responsabilidad social para una mejor generación de Colombianos.
Entonces, desde el Estado central el gobierno se aplico la Ley, y muchos hoy ven el progreso desde las rejas, y nuestros mandatarios empezaron a dar ejemplo, y se replico como efecto domino sobre todo el país, llegando a un estado de respeto, educación y prosperidad.
Hoy, viajo por autopistas de cuatro carriles interregionales, con túneles y viaductos impactantes por su ingeniería, observando las fotos de recuerdos familiares, al lado de lo mejor en estructuras de ingeniería, dejando en las memorias de los viajeros los deseos de ver y sentir el progreso de nuestro país. Leo revistas donde nuestros profesionales son invitados como modelo de inspiración a foros mundiales, hablando acerca de la construcción de una infraestructura vial líder para Colombia y en América latina, planificada y realizada siempre en un bienestar general, que con empuje logro el desarrollo de la industria y el comercio, y atrajo un crecimiento sostenible de la economía.
Mis ojos se deleitan al ver, la brisa que arrastra el “Tren Colombia” mientras viaja de Buenaventura a Barranquilla, uniendo el mar Pacifico con el Mar Atlántico en menos de 12 horas, en una red ferroviaria reactivada, presentada a América latina como modelo cooperación del sector publico y privado para el desarrollo de Colombia y la prosperidad de un país.
El día, transcurre, y la mañana ya duerme, mientras el viento agita la bandera Colombiana en mi ventana, y en las ventanas de mis vecinos, salgo apresuradamente a reunirme en un gran almuerzo con toda mi familia; muchos de ellos extranjeros en su propia tierra, que motivados por nuestra prosperidad, han regresado de su exilio, a mostrarles a sus hijos la hermandad y reverdecer de una nación Colombiana.
He revisado toda mi casa, en busca de la bandera de Colombia, pensando como patriota en la batalla de Boyacá, un siete de agosto muchas décadas atrás, donde un líder, y la cooperación de un pueblo marcaron la independencia de nuestra nación hacia un mejor futuro para nuestros hijos.
Aun no encuentro, la bandera! Y siento fuerza en los colores de la pulsera en mi mano, con el amarillo del sol, el azul de nuestros cielos, ríos y mares, y el rojo de la fuerza de nuestra gente por sobrevivir las adversidades.
Hace años atrás, cambiamos un presidente que dispuso todo el engranaje del estado para un solo objetivo “La seguridad democrática”, pensando en la solución a nuestros problemas de nación, logro el reestablecimiento de la fuerza publica en territorios agobiados por la insurgencia armada y la anarquía publica, sin embargo, las causas de la violencia, el desempleo, inseguridad, desprestigio de las instituciones publicas, continuaron constantes como llagas en nuestro país.
Entonces iniciaba la primera década del milenio y mi generación vivió el milagro del sentir de un pueblo, la unión de lideres, de candidatos presidenciales, desechando ambiciones de poder e intereses particulares, y pensando un territorio prospero para sus hijos; escogieron un líder como modelo de inspiración para muchos, un hombre respetuoso, humilde, y con un equipo de trabajo con un objetivo claro “Bienestar General”.
Luego en agosto de 2010, se posiciono un nuevo líder, un nuevo presidente, conocedor de nuestra necesidad prioritaria la “Reactivación del Empleo”. Posicionando un mandamiento tan olvidado, pero a su vez tan común “Siembra y cosecharas”, en aquel tiempo, este hombre irreverente, decidido, con políticas de respeto, ejecuto acciones que contribuyeron al bienestar general, la unión para el desarrollo, la educación, la hermandad, y el posicionamiento de la responsabilidad social para una mejor generación de Colombianos.
Entonces, desde el Estado central el gobierno se aplico la Ley, y muchos hoy ven el progreso desde las rejas, y nuestros mandatarios empezaron a dar ejemplo, y se replico como efecto domino sobre todo el país, llegando a un estado de respeto, educación y prosperidad.
Hoy, viajo por autopistas de cuatro carriles interregionales, con túneles y viaductos impactantes por su ingeniería, observando las fotos de recuerdos familiares, al lado de lo mejor en estructuras de ingeniería, dejando en las memorias de los viajeros los deseos de ver y sentir el progreso de nuestro país. Leo revistas donde nuestros profesionales son invitados como modelo de inspiración a foros mundiales, hablando acerca de la construcción de una infraestructura vial líder para Colombia y en América latina, planificada y realizada siempre en un bienestar general, que con empuje logro el desarrollo de la industria y el comercio, y atrajo un crecimiento sostenible de la economía.
Mis ojos se deleitan al ver, la brisa que arrastra el “Tren Colombia” mientras viaja de Buenaventura a Barranquilla, uniendo el mar Pacifico con el Mar Atlántico en menos de 12 horas, en una red ferroviaria reactivada, presentada a América latina como modelo cooperación del sector publico y privado para el desarrollo de Colombia y la prosperidad de un país.
El día, transcurre, y la mañana ya duerme, mientras el viento agita la bandera Colombiana en mi ventana, y en las ventanas de mis vecinos, salgo apresuradamente a reunirme en un gran almuerzo con toda mi familia; muchos de ellos extranjeros en su propia tierra, que motivados por nuestra prosperidad, han regresado de su exilio, a mostrarles a sus hijos la hermandad y reverdecer de una nación Colombiana.
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